"La Amazonia era un mundo aparte," una tierra embrionaria, enigmática y tiránica, hecha para asombrar, para alterar el cerebro y los nervios. En este bosque monstruoso, el árbol no existía: este término se materializaba por el enredo vegetal, demente, voraz. El espíritu, el corazón, los sentimientos se extraviaban. Se era víctima de un algo hambriento que corroía el alma. Y el bosque virgen estaba siempre en guardia, atentamente, en torno a las víctimas perdidas en su inmensidad silenciosa, impenetrable, aprisionando a los hombres, rebajándolos al rango de esclavos, engulléndolos. "
Ferreira de Castro, "selva virgen"
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